Aunque es necesario echar un vistazo al programa que se realizará a lo largo del curso, éste muchas veces es orientativo y, en la mayoría de los casos, suele ser común en muchas escuelas. Por lo tanto, se convierte en una commodity que no suele aportar valor añadido a la elección.
Pero, sí que habría que prestar especial atención a otras cosas más importantes, como: quiénes serán mis futuros compañeros, de qué lugar proceden, si son de España o tendré el lujo de mezclarme con otras culturas, qué experiencia profesional tienen, de qué sector vienen, cuál es la media de edad, porcentaje de hombres y mujeres, si podré trabajar con todos ellos en los diversos casos que se plantearán en el master…
También me preocuparía del profesorado que me va a impartir la materia, y ver si pertenece al mundo empresarial o sólo al mundo docente. Si es nacional o extranjero, de qué sector procede, si provienen del mundo off-line o del mundo on-line y sus años de docencia…
También me preocuparía del profesorado que me va a impartir la materia, y ver si pertenece al mundo empresarial o sólo al mundo docente. Si es nacional o extranjero, de qué sector procede, si provienen del mundo off-line o del mundo on-line y sus años de docencia…
Igualmente, le preguntaría a la escuela de negocios cuál es el modus operandi de las clases: teoría, práctica, método del caso y qué casos se van a impartir (los de siempre o algunos más novedosos), cuántas horas voy a dar por día (y qué exigencia posterior de trabajo personal me supondrá), si tienen bolsa de trabajo, posibilidad de cursar parte del master en alguna reconocida escuela del extranjero…
Todo lo anterior tendría un peso importante en mi elección, pero sería aconsejable que empezáramos a prestar atención a demandas-carencias que se vienen observando reiterativamente en el mercado.
En primer lugar, observar si la escuela de negocios me va a enseñar a comunicarme con mis clientes internos, es decir, si me va a enseñar a seducir a la dirección general y al resto de la compañía para convencerles de que mis estrategias de marketing son buenas para la compañía.
También les pediría que me enseñasen a justificar esas inversiones de dinero en campañas que a veces no son tan fáciles de medir. Y, por supuesto, les rogaría que me enseñasen a ser menos táctico y sí más estratégico. A fijarme menos en lo que hace la competencia y replicarla y a dedicarme más a investigar e innovar.
Igualmente, les pediría que me instruyeran para ser diferente, único, que me hiciesen sacar ese coraje que hay que tener para dejarse llevar, en algunas ocasiones, por la intuición y no sólo por las cifras y lo que hace la competencia. Pero aún les pediría más. Que me enseñasen a trabajar en grupo con mis clientes internos (empleados y proveedores) y con los externos, porque los clientes, hoy, hacen producto. Que me aleccionaran para ver al departamento de ventas como parte de mi mismo barco, donde todos tenemos que remar y vender para llegar a buen puerto.
Por último, les pediría que me enseñaran a ser un líder de mi equipo, donde coordinara más que impusiese esas estrategias que hay que llevar a cabo. En definitiva, les pediría que, por favor, me enseñaran a ser director de marketing.
Mar Heras para la revista Mk Marketing + Ventas. Nº 243. Febrero 2009.
2 Comentarios:
Muy bueno el artículo!! Me ha gustado mucho
Muchas gracias, María Jose. El artículo es producto de lo que observo en el mercado. La verdad es que hay bastantes carencias en ese aspecto. Bueno, qué tal tú? Cómo te va todo?
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