Ayer me alegraba al escuchar en las noticias el triunfo de Obama en la reforma sanitaria. Pensé para mis adentros: ¡Vaya triunfo que marca historia!. Con una mayoría más holgada de lo previsto: 219 votos a favor, ninguno republicano, y 212 en contra, 34 demócratas, la cámara de representantes aprobó la tan "perseguida reforma sanitaria", que será ley en los 50 estados de EE.UU.Con ella ha conseguido, nada más y nada menos, que 32 millones de ciudadanos disfruten de una cobertura sanitaria que no tenían.
Se comenta que la magnitud social de lo logrado, está a la altura de la Seguridad Social de Franklin D. Roosevelt, los derechos civiles de la década prodigiosa o el Medicare de Lyndon B. Johnson.
Aun así, el propio presidente de los EE.UU. reconoce que la reforma "no es perfecta". Querer abordar la perfección, "no es realista", se disculpaba Obama. Sencillamente no es posible en este país. Lo demuestran las encuestas, que mayoritariamente rechazan la reforma.
Digamos que ha prevalecido el voto en conciencia que reclamaba Obama: hacer lo que es correcto, votar por el pueblo americano y no por los intereses particulares.
Lo que resulta evidente es que Obama ha salido reforzado de esta contienda en la que ha empeñado todo su capital político, demostrando así su liderazgo. Podríamos decir que estamos ante una nueva versión de Obama, la 2.0.
Pero, como casi todo en esta vida, detrás de todos los logros, siempre existe otra mano que acompaña y que mueve los hilos. En esta ocasión ha sido, la de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes.
¿Qué opináis de lo acontecido?
Mar Heras para la Comunidad Edirectivos
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