Su dueño prefirió, hace ya una década, gastarse el dinero en la promoción del hotel, antes que invertirlo en servicios de limpieza. Y, de esta manera, contrató a la agencia Kessels Kramer para que le hiciera la campaña del mismo. La única idea que aportó al briefing de la agencia fue que quería aumentar la ocupación en temporada sin tener que bajar el precio. Según él, “había muchos hoteles como el suyo y la competencia era muy dura…” El briefing acabó ahí.
Los responsables de la cuenta decidieron alojarse durante 2 noches en el Hans Brinker para descubrir sus bondades y, la conclusión a la que llegaron es que, definitivamente, el hotel no poseía ninguna: las habitaciones eran de literas para 6 personas, el ruido reinaba por las noches, no se podía dormir, no contaba con nada de servicio. En resumen, al hotel no había por donde cogerle.
Con sabia inteligencia decidieron hacer de lo malo lo mejor, desarrollando una campaña en la que, con sentido del humor, comunicaron “lo cutre” que era el hotel.
El caso es que la campaña empezó a funcionar y alguien mandó algunas fotos del mismo a los medios de comunicación. El resultado obtenido: los medios internacionales y la CNN se hicieron eco de la noticia. A partir de ese momento, todo vino rodado. El hotel se ha convertido en un símbolo, donde todos los jóvenes que visitan Amsterdam, quieren ir al hotel que se ríe tanto de sí mismo, aunque reine la suciedad.
Mar Heras para la revista Mk Marketing + Ventas. Nº 247. Junio 2009.
El caso es que la campaña empezó a funcionar y alguien mandó algunas fotos del mismo a los medios de comunicación. El resultado obtenido: los medios internacionales y la CNN se hicieron eco de la noticia. A partir de ese momento, todo vino rodado. El hotel se ha convertido en un símbolo, donde todos los jóvenes que visitan Amsterdam, quieren ir al hotel que se ríe tanto de sí mismo, aunque reine la suciedad.
Mar Heras para la revista Mk Marketing + Ventas. Nº 247. Junio 2009.
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