martes, 6 de mayo de 2008

¡Eres impronunciable!

El nombre de una persona, marca, y mucho.

Es una elección que normalmente realizan nuestros progenitores y con el que cargamos toda la vida. Un nombre bonito, corto, evocador y fácil de pronunciar es una buena carta de presentación y ayuda, incluso, a que nos vendamos mejor. Un nombre feo, que evoque imágenes negativas o irrisorias o que sea difícil de pronunciar, produce mella. Si no, que se lo digan a cualquier niño en edad temprana en el entorno colegial…

Pues bien, el mundo empresarial no difiere mucho del personal. Y, reconozcámoslo, a veces la elección del nombre de las empresas se realiza por capricho del que es dueño y, éste, en ocasiones no está muy inspirado.

En un artículo en la revista Advertising Age, Al Ries cuenta la retirada de la marca japonesa Izusu del mercado estadounidense. Para Ries todo este fracaso proviene de un nombre terrible. Los consumidores son incapaces de deletrearlo o pronunciarlo. Pero Isuzu no es la primera marca con un nombre difícil que fracasa en el mercado de la automoción en Estados Unidos: Peugeot, Yugo, Daihatsu, Daewoo… Todos ellos suenan mal en inglés. Los anglosajones pronuncian peor que los hispanohablantes el nombre en cuestión (eisiuziu).

Ries recuerda que en 1981 Jack Trout escribió la siguiente cita que no hay que olvidar: "En la era del posicionamiento, la decisión más importante de marketing que puedes tomar es la de poner nombre a tu producto".
Mar Heras para la revista Mk Marketing + Ventas. Nº 235. Mayo 2008.

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