Esto es lo que pensó, Clint Mytych, un emprendedor estadounidense de 26 años, cuando montó su propio negocio. El precoz empresario dedujo que la gente que en vida sintiera una tremenda afición por algo, tal vez quisiera ser enterrada con algún objeto que la representase una vez muerto.
El negocio ha prosperado y, curiosamente, entre los primeros en aceptar las franquicias que esta empresa posee se encuentran los responsables de las Bibliotecas del Vaticano. Más tarde se han unido instituciones como las ligas deportivas norteamericanas.
Mar Heras para la revista Mk Marketing + Ventas. Nº 235. Mayo 2008.
Ningun Comentario
Publicar un comentario