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viernes, 10 de diciembre de 2010

Tomar decisiones rápidas = jugar con videojuegos de tiros

En un mercado donde las decisiones se toman a la velocidad del rayo, no está demás aprender a desarrollar esta competencia.

Pero, no hace falta que lo hagamos a base tropiezos en nuestra propia experiencia o en un aula aburrida. Símplemente, hagámonos con un videojuego y, a practicar...

Y, es que, jugar a videojuegos de acción es un buen entrenamiento para mejorar la capacidad de tomar decisiones. Así, lo afirma un estudio publicado en la revista Current Biology.

Según la investigación, los usuarios más frecuentes de estos juegos electrónicos consiguen tomar decisiones más rápidamente y con más efectividad que las personas que no utilizan estos juegos, porque desarrollan una mejor percepción de lo que ocurre a su alrededor.

Pero, según los autores del estudio, de la Universidad de Rochester, Nueva York, los videojuegos analizados y que consiguen este efecto serían sólo los de tipo 'shooter' o de tiroteo, en los que hay un escenario laberíntico con enemigos que aparecen inesperadamente. Los videojuegos de estrategia o de 'role-play', por lo tanto, no conseguirían el mismo efecto.

¿Cómo se realizó el experimento?

Los investigadores analizaron el comportamiento de docenas de jóvenes estadounidenses entre 18 y 25 años que no eran jugadores asiduos a los videojuegos y los dividieron en dos grupos. Uno de los grupos pasó 50 horas jugando a los videojuegos de acción 'Call of Duty 2' y 'Unreal Tournament', mientras que el segundo grupo estuvo jugando el mismo tiempo a un videojuego más tranquilo, 'los Sims 2'.

Tras este periodo de entrenamiento, los jóvenes fueron sometidos a una serie de pruebas sencillas en las que tenían que analizar la situación que les presentaban en una pantalla y tomar decisiones rápidas. El resultado fue que los dos grupos consiguieron el mismo número de aciertos, pero los que habían estado jugando al videojuego de acción contestaron un 25% más rápidamente.

Esta mejora de habilidades generales podría, según los autores de la investigación, ser un factor decisivo para "acelerar la toma de decisiones y reaccionar positivamente ante diversas situaciones de la vida real", como al conducir, orientarse en una ciudad o prestar atención a la letra pequeña de los escritos.
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lunes, 16 de agosto de 2010

Los fracasos: "Cuanto antes, mejor"

Esta mañana, a eso de los 8:30, daba un paseo por el Parque del Retiro (Madrid) con mi sobrina y su perra boxer, Greta.

Mientras andábamos, tranquilamente, hablábamos sobre ese tipo de conversaciones que, cuando eres la víctima, no te gusta tener: "La de las asignaturas que te han quedado para verano" :-). ¡Un tema innombrable! Pero, bueno, hoy ha salido con naturalidad y así, se ha afrontado.

Me comentaba que le han quedado dos (cursa la carrera de fisioterapia) y que las tenía que aprobar en septiembre, porque el año que viene quería acabar la carrera. Es una persona que "no tenía cates nunca" y cuando ha llegado a la universidad, ha empezado a suspender alguna. ¡Lógico y normal!

Tengo, a su vez, otra sobrina, que se puede decir que es una empollona total, de las típicas sobresalientes y matrículas, pero que este año, casualmente, le han quedado dos asignaturas igualmente ( estudia tercero de medicina).

Y yo, su tía, esta mañana analizando la tolerancia al fracaso de una y de otra :-) :-) (Es lo que tiene el verano). Mientras la primera, lo lleva peor: el año pasado cambió de carrera (de enfermera a fisioterapeuta, por un motivo muy loable: la profesión de enfermería tenía mucho de sacrificio de vida personal y familia y, para ella, eso era primordial. Olé que con 20 años se piense así) y es una espinita que tiene clavada. La segunda, ha tenido este año el primer resbalón, pero tampoco parecía preocupada este verano. De hecho, lleva prácticamente los 3 meses de vacaciones de un sitio para otro, aunque estudiando, a la vez.

Y, a la conclusión a la que quiero llegar es. ¿Resulta tan importante aprobar todo "siempre"? ¿No es mejor que te quede alguna, alguna vez? Más que nada para que nos acostumbremos a que de vez en cuando fallamos o, si nos ponemos dramáticos, fracasamos.

Si aprendemos a fallar y, a fracasar, la tolerancia al fracaso será después mejor. Porque la vida no es siempre color de rosas... ¿O sí?

Mar Heras para la comunidad edirectivos (Si quieres ver más comentarios sobre este post, visita mi blog en edirectivos)